martes, 1 de diciembre de 2009

Llegando al final

Casi puedo decirlo en pasado, pero hasta el viernes, es mi presente. VOY a un colegio bilingue (no encuentro a mi amiga diéresis), casi contra mi voluntad y el "casi" se debe a las pocas ganas de empezar de cero que tengo desde que me dí cuenta que no es mi lugar.
Pasé por jardín de monjas, escuelas públicas, escuelas privadas de gente sencilla, escuela privada en las que tenía que cuidar mis pertenencias, escuela privada con gente fumanchera y ahora, escuelita privada al mejor estilo Cris Morena, con pollera cuadrillé y camisa y corbata.
La relación alumno-profesor que se fomenta en esta institución es una de las pocas cosas remarcables y digna de guardar en mi memoria en lo que a estos años de escolarización respecta. Los profesores son alumnos, podemos contarles cualquier eposodio, de hecho y como ya mencioné, hasta fueron a nuestra fiesta de egresados bolichera. Saben muchas cosas de cada uno de nosotros, los alumnos, demasiadas para mi gusto y a veces hasta se dan el gusto de juzgar. A eso es a lo que voy.
El límite se pierde. Me encanta poder acceder a una oreja que me escuche o a una compañía en caso de necesidad, pero en mi escuela se perdieron los roles. El secreto profesional se rompe cada vez que una de las profesoras entra criticando a otro curso y se pierde completamente cuando critica a un alumno en particular. Es tan básica y simple la relación que tenemos con algunos profesores, como si fuéramos amigos, que en el momento de entrega de notas o de ponerle el punto a las íes, nos enojamos. Mi curso funciona así, con el tire y afloje, brindamos, nos brindan, pero a la hora de tranquilizarnos y cumplir con las asignaciones correspondientes, nos parece ilógico. Sí, suena poco interesante y poco coherente que tu amigo te mande a hacer tareas o te apure, e incluso que te aplaque. O en realidad, y releyendo, no brindamos, nos brindan. Nos brindan confianza, demasiada, brindamos confianza, pero no respeto.
Pero es así, si bien me gusta tener una buena relación con los profesores, creo que el colegio con escudo de leones debería manejar un poco mejor las cosas. ¿No se dan cuenta que los adolescentes estamos más vivos y si nos dan el dedo nos agarramos hasta el codo?
"Después se quejan, después piden".
Fomentan dicho tipo de relación entre alumno-profesor, pero hacen que los docentes firmen una especie de contrato aceptando la prohibición de relacionarse con alumnos y ex alumnos fuera del ámbito escolar. Alguien que le avise a la dueña del colegio que se contradice notablemente y que se quedó en la década pasada, porque con internet es imposible no mantener relaciones extraecolares.

Y con más razón, las de sociología y economía van a seguir siendo invitadas a nuestras reuniones, junto con la de proyecto, inglés y hasta el ex de informática (al parecer se pelearon porque informática quería tener hijos y él no) (no me resistí y tuve que mandar el chiste fácil)

Hoy tuvimos el "monopatín day", el director, un treintañero que no sabe cuánta libertad darnos, nos autorizó a llevar monopatines y rollers por ser uno de los últimos días de clases. Tiene esos delirios, a veces no nos deja ni llevar zapatillas que no sean adecuadas y otros días nos deja pelotudear en rueditas... tuve suerte, porque sobre patines soy el terror del pavimento.




Igual fuiste la hermana que no tengo, tal vez tuve hermana sólo durante un lustro.
Esto es como La tregua, por algo era mi libro favorito.

1 comentario:

  1. hi barb, do you wanna go for a ride?
    es inevitable no pensar en eso caundo leo tu nombre en algun lado, me encanto la ultima entrada, esta muy bueno leerte, es placentero
    beso barbie , nos vemos

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