lunes, 19 de marzo de 2018

Recorte del antes y el después

Entre mi estado de ánimo de hace unos días y el de hoy pasé por por mil grises. Feliz por salir el viernes, pero indignada porque mi novio viene a dormir a cualquier hora pero contenta porque volvió a casa, pero indignada porque mi amiga se quedó dormida en el bar y así.
Mientras tanto, mis hormonas fueron una fiera en mi interior, me levantaron y me hundieron mil veces por minuto y lloré, celebré y pataleé todos los minutos en simultáneo.

Ayer ganó mi equipo. (Y ayer volvió a ganar; ganó los últimos dos partidos).
Estoy muchas cosas.
Estoy asustada, estoy preocupada.
¿Estoy embarazada?
¿Estoy contenta o infeliz?

Reconozco lo difícil de ser mi pareja con tantos modelos masculinos más o menos copados que tengo en mi historia. Y digo más o menos porque todos tienen formas de lo que más me gusta y lo que menos me gusta.
Que no cuelgue un cuadro me parece de inútil, que no haga nada en la casa me parece de vago, que no escuche me parece de forro, que no tenga nada de arte me parece de chato, que me sobre proteja me parece de machista... y después, de repente y de un momento hormonal a otro: que no haga nada en la casa me parece de porteño, que no cuelgue un cuadro me parece de colgado, que me sobre proteja me llena de seguridad, que no escuche me parece menos terrible. Soy insoportable.

No sé si quiero hijos o no; nunca había querido hijos biológicos antes de este amor arrollador.
Pero a la vez no sé si soy capaz de sostenerme a mi misma, de hacer todo para mí, cómo se hará con una familia que reclama dejar de lado todo lo que uno desea como viajar, leer, dormir....
Si tocaba tocaba, no sé si me lo iba a sacar. Pero si no toca a los 26, mejor. Pero si toca y es él, mejor.
Hoy me levanté en casa ajena y abrí el armario, descolgué una camisa con dibujos de gatitos, saqué un pantalón de un estante y busqué ropa interior: me faltaba corpiño.
Y lo recordé
Y lo pensé
Y le dije a un ex, en mi mente:

Te 
olvidaste de devolverme el corpiño que dejé en tu auto esa vez que nos vimos. 
Me 
prometiste que me lo dabas en privado y cuando fuimos a tomar un helado nadie tocó el tema.
Y acá estoy
en la oficina
pre menstrual o embarazada 
pensando que tengo que lavar ropa
y extrañando ese corpiño barato que capaz estiraba la tarea un día más. 

Y entonces pienso: qué habría pasado si el test daba positivo y yo hubiera tenido que blanquear mi situación antes de lo previsto. Antes de lo previsto por él, no por mi.
No sé, pero acá estoy, feliz de estar menstruando. Menos avergonzada que nunca por la naturaleza que me tocó y aliviada. Aliviada por no tener que blanquear y aliviada por dilatar el momento para ser guía de otra vida.


Archivo del blog