miércoles, 12 de septiembre de 2012

Clásica


Hoy estás arraigado en mí. Más que nunca.
Te dediqué un rato de cara hora.
A vos y a mi muela averiada.
Hoy estás, aniquilándome.Hoy estás   aniquilándome. Minuto a minuto.
Con cada cursilería que pienso me desarmo un poco más.
Pierdo mi valentía y mi determinación; pero hoy estás arraigado en mi, aferrado a mi brazo y yo formo parte de un caos más que nunca.
Hoy perdura,-se marca -se fija -se estabiliza -Hoy todo. Hoy la desilusión hace todo. Lo que prefiere, conmigo, hace la desilusión.
Mi muela duele.   Me sorprende cómo un pedazo de piedrita blanca, aparentemente sin ánima, puede doler como la gran flauta (suponiendo que en alguna circunstancia una gran flauta duele debido a causas inciertas). ¿O serás vos? Me parece que es eso: es mi idea de vos la que me pincha por dentro. Hoy sos parte de mí, de mi boca, de mis dolores, hoy sos un dolor. No quiero juzgarte aunque sí quiero odiarte. Pero hoy estás arraigado en mí, más que nunca y no puedo desprenderme de ese recuerdo. Muela, Eme.   M. Te escupo, te quiero escupir entero, tirarte a la mierda, al carajo.
El simple acto de caminar por la calle ligera de ropa me recordó las escapadas que me hacía hasta tu casa, la secuencia de esperar el bondi, subirme y pedir $1,25, pensarme traviesa y llegar a tu casa para encontrarte a vos y a tus pantaloncitos sexys. A vos con alguna comida rica y yo con un postre siempre en el bolso... el simple recuerdo y el extraño especie-de-deja-vu me dejaron quieta. De adelante me golpeó la realidad pero me abrazó la excitación. No puedo negarlo ni puedo pretender no ser vulgar, me excitaba saber que llegaba a tu casa, mismo piso y letra que mi departamento, y mi identidad cambiaba, vulneraba  mi pasado, mi presente, nos emputecíamos (como decía Fontanarrosa). Nos consumíamos.
El golpe en seco que recibí podría equipararse a nuestras mañanas y nuestras noches, el dedo índice de la mañana me presionó el pecho. Punzante, punzante. Me puso la piel de gallina ese hielo que neutralizó el calorcito del recuerdo.
La puta madre. Hoy, más que otros días, quiero dormir abrazada a mí y no me tengo.