martes, 7 de mayo de 2013

beat

(GDG)

Pisaste todo lo que no llegaste a tomar, me pisaste sin tomarme, me regalé, es decir.
Tuviste todo, sabías, dejaste, no tomaste, no bebistes ni comistes.
Hasta las s que puse por las dudas me dejaste.

Despreciaste, te me burlaste, te burlaste.

C
a
í.

Caín y Abel, una cosa así. Pero sin ser hermanos.
Cuando pienso que estoy por morir vuelvo a nacer, ¿morí? quiero vivir, simplemente vivir.



Cuando era chiquita me subía a cada calesita que encontraba, prefería subirme sola para controlar la velocidad. Giraba giraba giraba, me sentía poderosa por provocarme tal movimiento y mis ideas se amontonaban como las palabras en la birome. -Pero solo podía decir "aaa" así como solo puedo escribir "yo". Pensaba que nadie podía girar la calesita como yo, que nadie tenía esa habilidad  para cambiar de lugar las manos y generar movimiento, generar risa, grito, ansiedad, miedo. Para ese entonces nunca había dormido con nadie.
Una, dos, tres, mil, quinientasmil, vueltas. Cuando me cansaba frenaba de golpe (me emocionaba la precisión con la que mis manos detenían la calesita) y empezaba a girar para el otro lado. Estaba dando vueltas hasta que me cansaba de pensar en todo (en nada) y las ideas se aclaraban y empezaba a ver luz, no de muerte, de vida. Bien viva me sentía, nadie se burlaba de mí dando vueltas, porque daba vueltas, ni nacía ni moría, vivía. Esa luz no tenía ese yo que escribo, lo desconocía, desconocía todo. Era espontánea, era lo que busco.
Ya casi no quedan hamacas en las plazas.