domingo, 2 de octubre de 2016

domingo Dominguero

Domingo de fiaca total. Creo que hacía varios domingos que no estaba tan al pedo, pero igual no suelen ser productivos, solo un poco más activos. Hoy no hice nada más que estar tirada con mis gatos en lo de mis viejos.
Ni siquiera junté ganas para viajar a mi casa, ni siquiera asumí que mañana tengo que despertarme una hora y media antes para llegar a horario al laburo y que, como si fuera poco, curso hasta las 23hs. en Caballito, a una hora de mi departamento.
Todo-todo-todo porque me dio fiaca hacer algo (cualquier cosa) hoy.

Estuve con mis sobrinos ayer, son lo máximo. Son unas personas muy geniales, elocuentes, entienden como nosotros todas las estrategias de comunicación, saben cuándo clavar una risa (falsa) para distender y, en lo personal (egoísta), me conectan con una parte de mí que a veces me trae tantas vergüenzas que la oculto: mi niña interna.
¿En qué momento les agarra la vergüenza por cosas que, hasta ese mismísimo instante de pudor, eran cotidianas? ¿En qué momento los exponemos hasta la humillación con un "dejá de sacarte los mocos" o un "enano te tiraste un pedo vos?" ? Trato de censurarlos lo menos posible, me gustaría que tengan que suprimir la menor cantidad de cosas posibles de sus recuerdos cuando crezcan.
Detesto cuando los padres de niños hablan de ellos como si no estuvieran ahí, escuchando, interiorizando todo lo que se dice de ellos, generalmente cargado de prejuicios (que a su vez ellos asumen como palabra santa y siguen reproduciéndolos??).

Yo era muy tímida de nena, sigo tímida de hecho. Me gusta decir que perdí gran parte de mi vergüenza pero no de mi timidez. Es que aunque no tenga vergüenza a veces me recorre ese frío por la espalda que me indica que estoy expuesta, muy expuesta. Y eso es la timidez para mí. Esa sensación de que me gustaría evitarles a mis sobrinitos.
Quiero que nunca se den cuenta por un comentario malicioso que está mal sacarse los mocos, que está mal tirarse pedos, que está mal preguntar por qué las nenas no mean paradas. Pobrecitos, me gustaría evitarles todas esas vergüenzas de los comentarios tipo "mengano hace tal cosa porque seguro le pasa tal otra", como si no escuchara.
A los 8 o 9 empecé a decirle a mi mamá que dejara de contar mis cosas. Odiaba que le contara a la gente si me peleaba con una compañerita de escuela, si me gustaba o no hacer deporte, si quería o no comer fideos porque tenían queso. Me acuerdo lo poco defendida que me sentía cuando le explicaba a la mamá de mi amiga que no quería ir al club con ellos porque no sabía nadar. De hecho no me enseñó a nadar, ni me motivó a que nade. Y yo no sé nadar, no soy un pez en el agua, soy un gato en el agua (capaz en la vida también pero ese es otro tema)... no era para que me exponga así y eso todavía es un recuerdo que cuando aparece me sigue humillando, porque la mamá de mi amiguita no tenía prurito y se lo contaba a las hijas, que le contaban a las otras nenas y así todas se burlaban o me miraban con pena porque no me animaba a ir al club por el pánico de mojarme los ojos.
Entonces, a los 25, veo a mis sobrinos y no tengo casi influencia en la vida de ellos pero me encantaría, desde mi lugar, ofrecerles la seguridad de que conmigo pueden hacer lo que quieren, ser ellos, no sentirse humillados ni nada. Me gusta salir con ellos y conversar de igual a igual, me gusta preguntarles si las cosas les gustan o no, que sean críticos. Que sepan que si hablan mucho no los voy a mirar mal, que si hablan poco no los voy a obligar a hablar, que si quieren bailar voy a intentar bailar con ellos para que no se sientan solos y ojalá, cuando crezcan, encuentren en mi una tía copada, compañera.
Muchísimas veces pienso, en mi vida, que el vínculo de hermanos es el más fuerte que conocí y que es como si me hubieran obligado a conocer y a socializar. Pero después llegaron los sobrinitos, cuando yo ya tenía 20 y el amor que siento por ellos es, francamente, igual de incondicional que el que siento por mis hermanos, solo que no los quiero cagar a piñas nunca, jajaja.

me cansé
perdón por el faso de la reflexión casi melanco

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