domingo, 1 de mayo de 2011

Hay momentos que guardaría para recurrir a ellos y sentirme mejor, Kodak volvió superfluo una verdad humana, la de querer volver a ese momento de tranquilidad o alegría o lo que sea que fuere.
Ayer hablé por tel con A, el flaco este que me dejó (después de algún tiempo) con una sonrisa insípida como la de ese cuadro famoso y una sonrisa en el recuerdo grande, grandecita... Mi idea era básicamente (enterate lindo lector) mandar todo al carajo de una, incluso tenía anotados mis tips para no flaquear, pero mi mente me jugó en contra y terminé charlando de la vida con él, es inevitable, me encanta hablar con él, somos opuestos en muchas cosas (él es un poco fachito pero es parte de su atractivo y es un poco lo que yo necesito para no largar todo e irme al carajo) y cuando me pongo a conversar me doy cuenta por qué me dejé querer.
Es un gato. Yo soy un gato en parte (eso nos acerca) y supongo que después de ganar cierta experiencia mi habilidad de vida felina aumentará... yo todavía quiero y necesito expresar, pero la autonomía (no sé si es independencia, en cierto punto nadie es independiente, en cierto punto no sé qué tan independiente fuimos) que compartimos en parte es digna de esos animales tan (a los ojos de los que no entienden cómo funcionan) misteriosos. Los gatos no tienen demasiado misterio y en eso está lo místico.Son simples, selectivos. Ellos te eligen (tal vez a mi orgullo gatuno le duele no haber sido elegida) y te aceptan, el perro en cambio es más inocuo, piensa menos (no por impulsivo solamente sino por habilidades) y eso lo hace más bruto, más primitivo, más idiota. El gato, en cambio... el gato me encanta, el gato asusta, el gato te juega, te piensa, te convence. A veces dudo si quiero codearme con gatos o no, para rebuscados en simpleza estoy yo, verdad¿? Esta simpleza es un poco más compleja que lo básico, la cosa se complica al entender que hay más de una definición por palabra, pero eso sí que es otro post.

A lo que apuntaba, antes de irme al carajo con desvaríos sobre los Bizcocho, es a mi incapacidad de alcanzar ciertas cosas y a mi capacidad subestimada por entender aquellas otras.


Esa impotencia que siente la gente por no poder revertir ciertos daños en realidad tiene que anularse. No me daña, no me dañás, a lo sumo y como mucho, queriendo a alguien me dañé yo, pero asumir que es un daño sería asumir que hay arrepentimiento, que hay intención de revertir algo para que el dolor en cuestión desaparezca. Y como dije mil y una vez, no me arrepiento de nada, lo volvería hacer y que ahora tenga que mirar al frente no significa que una parte de mi no espere encontrarse con una parte de vos en un futuro. Futuro incierto si los hay y en realidad creo queno sirve que hay un futuro incierto porque es como asumir que hay uno cierto y es una falacia, ¡no hay futuro cierto! supongo que eso es lo que me asusta en esta parte de mi vida. Lo único cierto es que la vida sigue y mi realidad avanza, lo que duele es que su realidad sigue y su realidad avanza (no por él, claro, por mí, meramente egoísta es ese razonamiento) y en ese avanzar yo voy quedando afuera, o en realidad ese es mi temor, con él y con toda la gente... mi temor de quedar afuera, sucede que la gente causa grandes impactos en mi vida y creo que se comprueba con la relevancia que tuvo para mí que alguien me dedique una sonrisa en un colectivo... más allá del levante o no, alguien me notó, será que no termino de notarme yo?
El escrito se está tornando un poco cualquiera, pero recordé que mi hermana del alma me dijo que tengo el mundo en mis manos, que no solo no puede creerme de la edad que tengo (no porque la edad signifique madurez o inmadurez) sino que hay una realidad y que la mujer, desde los 23 hasta los 30 tiene el mundo en sus manos, que tengo que aprovechar y entender eso, porque yo ya lo tengo en mis manos y, según ella puedo hacer lo que quiero.
Ultimamente hay mucha gente que deposita cierta fé en mí, mi profe de taller (a partir de ahora "H", porque detesto categorizarlo como profesor cuando en realidad es más un amigo o mi mentor, o mi padrino, o lo que sea, en "esa relación rara que tenés con tu profesor"), esta hermana del alma, gente que se metió en mi vida recientemente... qué hago con eso? es real? toda la gente inspira fé en la gente? es una locura, sigo sin querer ser del montón y sin tener la voluntad de hacer algo para cambiar mi condición de una más. No obstante, por más que digo esto sé que puedo lograr algo si quiero, tanto encender a alguien como intrigarlo, interesarlo, pero no me divierte ultimamente. No me sirve de nada recordarle a aquel tipo de mi pasado que soy genial y que la pasa mal sin alguien como yo, no me sirve porque no me interesa él y porque no en todo momento me comprendo esa mujer joven que es capaz de todo lo que quiere.

Agh, en fín, lo que iba a contar al principio fue que la vida sorprende y que cuando menos lo esperaba alguien me mandó un mail no tan desalentador como el que recibí la semana pasada. Claro que no me interesa pero está bueno para demostrarme que unos kilos de más no opacan mi luz, no opacan ninguna luz. Por qué habría de pensar, entonces, que un cuerpo diferente al que siempre tuve opacaría mi luz?








También quería comentar que en este momento no tengo ganas de hablar. Tengo rachas de comunicación, hace un rato le pedí a mi viejo que revisara el cuento sobre el que estoy haciendo mi primer trabajo facultativo y cuando vino con la devolución ya no tenía ganas de hablar o de escuchar o de nada, tan... tan caprichosa puedo ser? aunque en realidad el momento en el que no quiero escuchar es el momento en el que tengo mi idea y no quiero que sea ultrajada, no siempre quiero hablar. No sé por qué la relación padres-hijos me genera eso.

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