Si se quiere ir, ¡que se vaya!

Buenas y santas, esta es una nueva edición de NOTIBARBARIDADES...
No, en realidad no, pero buen intento, estoy tratando de desbancar al tan popular "querido diario" pero ni doy en la tecla ni uso esa frase.
Faltan cuatro tres madrugadas para la madrugada en la que me voy de vacaciones y decir que estoy feliz es poco.
Como ya conté, me voy con una amiga cuya compañía nunca pensé tener en unas vacaciones, pero estoy muy contenta al respecto. Voy a extrañar a mi compañera de siempre pero va a ser una nueva experiencia, supongo que convivir con otra persona me va a dar un poco de tolerancia, aunque yo compartí con ella el viaje de egresados, no es lo mismo estar las dos solas.
Ahora vamos a estar obligadas (a gusto, porque quisimos) a hablarnos, incluso a hablar de esos momentos de silencio incómodos que tenemos por no conocernos tanto... supongo que vamos a terminar bien.
Hoy me llamó y nos quedamos chusmeando y decidiendo qué llevar y qué no; como no conozco su ropa pero sé que tiene buen gusto, va a estar bueno variar un poco mi indumentaria.

Eso es todo en cuanto a mis pre vacaciones con A, pero lo que me trajo a escribir acá y ahora fue algo que me pasó hace un rato: iba andando en bici por el fondo del barrio (intento hacer diariamente media hora diaria o cuatro vueltas, que son casi 10K... lo que termine primero, sólo para mantenerme en movimiento) y, una vez más (porque me pasó varias veces) me entró un bichito en el ojo. Me pasa por no ir con lentes, pero la verdad es que me quedan muy mal, y los míos tienen una flor de brillito decorando (algún día subiré una foto para graficar mi cuasi nula descripción) y no quiero usarlos (además no soy de nariz ñata y las gafas no me sientan).
Generalmente termino lloriqueando con mi papá y mi mamá para que me lo saquen milagrosamente, porque como si fuera poco odio las gotitas y todo lo que aluda a introducir algo en mis ojos (incluso siendo y sabiendo que tienen gran componente líquido); lloro un poco y se termina despedazando o desapareciendo en mi interior.
Hoy no, hoy sentí cómo el bichito chocó con mi ojo y con mi lagrimal y no pude más que largarme a reir. Sobre todo porque me puse a pensar que tenía que llorar para eliminarlo y no encontré motivos para llorar. Después de mucho tiempo, sólo me causó gracia. Con mi saliente puede que no esté todo de pelos (ni de nada, puede que esté todo mal), con mis amigas lo mismo, pero no hay nada en este momento que me destroce, ni siquiera mi pánico al futuro. Estoy calmada, no pude encontrar nada que me afecte actualmente que me provoque las lágrimas de cocodrilo (y no quería ultrajar mi pasado para sacar el bichito de mierda).
Así que y para redondear, yo no lloro más (¡si se quiere ir, que se vaya!) ahora estoy en casa, me froté un poco los ojos y saqué un pedacito, pero no me importa, ahora se me va a ir con la ducha, yo lo sé...

Y sí, qué feliz me pone darme cuenta una vez más que los llantos no se regalan.