jueves, 30 de septiembre de 2010

Tristeza en bandeja

Después de haber escrito un par de entradas poco coherentes, mal redactadas y netamente pasionales, paso a detallar.

Mati Berardi, el chico secuestrado y luego asesinado, era un compañero de escuela. El colegio San Jorge, al que ambos asistíamos, tiene cursos chicos debido a la gran oferta de instituciones privadas que hay por la zona... el más numeroso fue el mío (que egresó el año pasado) y éramos solo 19, por lo que era habitual que compartiéramos recreos y almuerzos con gente de otros años.
La noticia del siniestro me pegó por el lado afectivo (porque a este chico lo queríamos TODOS) y por el lado social... pude haber sido yo, pudo haber sido cualquiera.
En estas localidades cercanas de GBA es más que normal que nos juntemos entre grupos y contratemos un transporte para ir a algun lado, ponemos puntos de encuentro y después cada uno se las arregla... todo el mundo tuvo que esperar en la estación de servicio o en la parada del bondi, pero esta vez, obviamente, fue diferente.
Guiados por el azar eligieron una vida que robar... no se llevaron a cualquiera, nadie es cualquiera, pero algunos lo son menos... este chico me recuerda mucho a mi hermano, por lo que la empatía por la hermana de Matias me está aniquilando.
La tristeza e impotencia se hace mayor con cada revisión mental de los hechos... el accionar de los vecinos, el no te metás que hace nuevas apariciones y el recuerdo que aflora me tornan dificilísima la tarea de pensar en otra cosa...

La hermanita publicó una nota en Facebook que me partió en veinte... no solo me sentí identificada con lo que decía sino con lo que sentía, que no es lo mismo...
Las pérdidas de los hermanos muchas veces se desmerecen porque es una relación conflictiva, si las personas son muy convencionales pueden mediar demasiado los celos o la envidia, pero cuando ese lazo se siente y esas cosas no se perciben, a mi criterio es el amor más fuerte que existe (claro que lo afirmo pecando de ignorante, aún no tengo hijos y probablemente mi percepción cambie).
En sus palabras, la chica le pide perdón por haberlo molestado en vida, recuerda anécdotas y reniega no haber tenido tiempo u oportunidad de decirle esas cosas antes... la parte que más me afectó es la de las disculpas: a todos nos quedan cosas inconclusas, pero me encantaría que entendiera que no hay manera mejor de vivir a los hermanos que molestarlos, vivirlos día a día, pelearlos, codearse... Suelo decir que el hermano más hermano que tuve fue el perdido, porque la convivencia nos hacía agarrarnos de los pelos y nuestro amor se ponía a prueba todos los días, pisoteando cualquier intolerancia... hace poco entendí que esa es fue la mejor manera de disfrutarnosy que el amor que no se verbalizó no pasó por ausente sino que se dio por sentado, quedó demostrado y las palabras no fueron necesarias. Un abrazo o un rato compartido bastaron y ante todo hay que dejar ir porque implica también perdonarse a uno mismo por cuestiones que creemos negativas. Me encantaría que entendiera rápido eso, que no se haga reproches, que se ahorre el camino doloroso de la culpa... pero lamentablemente no puedo hacer nada para acelerar el proceso, porque en estos casos, por más que te repitan las cosas, el dolor no para y parece no haber consuelo.

Llegó un momento en la nota en el que la hermanita empezó a lamentarse por cosas que ya no podrán compartir (como el baile de su fiesta de quince) y por un momento me invadió el llanto, se tarda en descubrir que aunque no las veamos, las personas están y que aunque no podamos conversar podemos sentirlas y amarlas. Nunca va a ser lo mismo, quisiera darle una lista con todas las cosas que va a descubrir durante los próximos días, contarle que ahora las fotos van a estar incompletas, que se va a hacer presente en las miradas, que las fiestas van a tener un vacío, que las cenas van a estar vacías... pero no puedo, no solo porque mi relación con esa chica no pasó de un saludo (la diferencia de edad nos separaba en los almuerzos, no así al hermano).

Hay veces que las personas piensan que los que sufrieron pérdidas se hacen los cancheros y quieren dar cátedra de vida, lamento si alguno piensa que estoy haciendo eso, pero considero que cuando una persona con una historia en particular hace ciertos comentarios, en realidad los tira intentando, aunque sea inconcientemente, aliviar el dolor ajeno... no hay nada en la experiencia por este tipo de llanto que pueda dar chapa para cancherear.

No se más que decir... aunque en realidad y releyendo eso que acabo de escribir, hay muchas cosas por decir, pero sucede que no tengo ánimos para seguir contando, tal vez después, o mañana.

Espero que se haga justicia, por Mati, por la familia y por todos, porque todos tenemos derecho a vivir (aunque espero que lo que resta de las vidas de los asesinos sea miserable). También tengo la esperanza de que los medios dejen de decir que los vecinos tuvieron la valentía de llamar al 911... valor tuvo él que se tragó el miedo e intentó escapar... huevos tuvo él para defender su vida. Huevos que, más claro echale agua, ninguno de nosotros tenemos cuando cerramos con llave las puertas y miramos para otro lado.



1 comentario:

  1. Increible Bar.
    Seguramente queden cosas para decir, pero de la forma en escribiste esto deja todo claro.

    Yo no lo conocía, núnca lo había visto, ni escuchado nombrar y sin embargo cuando me enteré me quería morir.
    No dejo de sentir la sensación de que cuando alguien jóven muere, parte de nosotros muere con él.

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