jueves, 25 de febrero de 2016

60 days

Me duelen los ojos de lágrimas que no quiero largar.
No quiero llorar por vos, no quiero pensarte más.
Dos meses sin esa rutina agobiante, rutina de
no dejarme ser. Dos meses de libertad.

Pero, a la vez, cómo te extraño, me duele todos los días.
Y la meditación trae recuerdos que no debo olvidar pero en los que no quiero pensar y los vivo, los revivo, los perdono. Los libero, pero cómo te extraño M.
No estás enamorado, yo calculo que tampoco, pero despegarnos de un tirón, como cera en las piernas, deja doliendo, picando, incluso a veces sangrando.

Llegué a desconocerme a mí misma y a hacer cosas que sabía que me hacían mal.
Llegué a abrazarme  únicamente en la oscuridad, para que no vieras que en el fondo yo sí tenía amor propio. No quería que te sientas mal por odiarte, quería que te ames y que veas cómo te amaba yo, para contagiarte... Me gasté. Llegué a reprimirme chistes, charlas, llegué a reprimirme. Siempre dispuesta a lo que necesites, pero era una marioneta. Alguien dentro de mí gritando, golpeándome para que reaccione; un virus, estrés, era yo, siempre yo avisándome que merecía algo mejor. No sé si alguien mejor, qué se yo, vos vas a estar bien para otra persona.
Pero vas a recordar siempre lo que vivimos esos tres primeros meses que sostuvieron los siguientes dos años. Y yo, por lo pronto, siempre creo que puedo mejorar y eso es lo que nos diferencia. Y en ese sentido, sé el peso que tuve y que seguiré teniendo, un vacío demasiado dificil de llenar la falta de emoción, la apatía. Suerte. Te amo.

Fui aire para vos, me metiste por tu nariz y me desechaste después de alimentarte de mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Todo comentario es bienvenido!

Archivo del blog