jueves, 20 de agosto de 2009

A los amigos se les perdona todo?

Uy, me agoté.
Ya está, dejo todo esta semana, dejo de darme contra la pared y miro para adelante.
Sí, miro más allá y dejo atrás todo esto. Me voy a liberar escribiendo en este blog que, a diferencia del otro, no es tan leído por la gente que conozco y me da más espacio para divagar y hablar al pedo, que aunque no lo crean, no es lo mismo.
Crecer me está costando, esta semana me dí cuenta de que refugio donde hasta este tiempo lo encontré no lo voy a hallar más, porque la gente en la que me sostengo ya creció.
Se casaron, se juntaron, se mudaron.
Varios me preguntaron quién me tocó la cintura, y para responder voy a explicar por qué es tan importante: son amigos de la familia, hombres de treinta y pico que me conocen desde que nací, literalmente. Son hombres que tienen el privilegio de poder llamarme Barbarita y son hombres que voy a buscar siempre. Fueron los protagonistas de mi infancia y aunque la distancia los vuelve distantes a mi adolescencia, en mi mente están presentes.
Nunca me conformo con ningún pretendiente, y es porque siempre los busco a ellos, siempre busco gente como ellos. Este fin de semana los encontré, estuvimos conectados por un tiempo, y lo de la cintura significó tanto para mí porque me demostró que me perdieron el miedo que adquirieron a mi detestable edad de 13/14 años, cuando los dientes me dejaron de quedar tan grandes y las orejas se alinearon...
En el casamiento de mi hermano (sábado 15 del corriente) me sentí una más, pero no como una del montón, sino como una de ellos, pero la única. Como siempre era, la única, a nadie le daban más bola que a mí, y eso se repitió esa noche. Es complicado ser la menor de la familia y tener todos hermanos con mucha diferencia de edad, pero me encanta.
Así como me encanta, me hace sufrir demasiado, porque me creo utopías, me creo situaciones imposibles y cuando me encuentro con la pared es porque me doy cuenta de que no pertenezco a sus grupos y de que por más que me acerque, los más de diez años de diferencia nos van a distanciar siempre, porque incluyen vidas propias, preocupaciones, otras realidades.
Es imposible que ese hombre que me tocó la cintura extrañado por su pequeñez y por quién era su dueña entienda lo que pienso y entienda que para mí no son ajenos a la familia, sino que son más parte que yo en ciertos momentos y que no los quiero como hermanos, sino que son mis ideales. Me aterra, pero es así. Y no, no es enamoramiento, lamentablemente no hay palabra que defina lo que me pasa.

Pero bueno, por lo pronto, hay varias cosas que ocupan mi cabeza además de mi trauma existencial referido al crecimiento...
Dejé uba XXI, sí, basta. Voy a intentar hacer sólo una materia. No sé cómo mamá no entiende que aunque no me diga las cosas para mí representa una presión. Con la cuota del colegio, los gastos extras de la adolescencia y un haber de cuatro hermanos que transitaron la etapa escolar, sé lo que ella quiere y lo que espera de mí. Lamentablemente no soy lo que podría ser, no me interesa, no me dan las fuerzas. No me voy a sentar a estudiar para un colegio secundario tampoco (que por ser polimodal tiene menos onda) y no voy a tolerarla más.
Entiendo por fín por qué a los 18 termina el colegio, por qué nos consideran mayores de edad al cumplir esos años de vida y por qué uno se agota de los padres.
Si me decían un año atrás que iba a estar tan cansada no lo hubiera creído, consideraba que el agotamiento de ese tiempo era el tope. El año pasado fue muy tranqui en comparación, me llevé mi primer materia, decepcioné a muchos... alguien entiende eso?? es una materia! no me va a cambiar la vida, no es fundamental física para lo que pretendo hacer de la vida.
Ah sí, no lo conté: planeo estudiar Letras, en la UBA. Ni siquiera el CBC tiene números!
Bueno basta, no me voy a ir del tema: detesto el colegio al que asisto, es típico de Cris Morena. Destesto lo que pasa en el colegio al que voy, es típico de Cris Morena (ahí vemos un padrón: zona de vacíos mentales).
Pero bueno, retomo con la decepción que causó mi "no puedo": sólo mi hermano "menor" (que ya no está) se llevó materias en su vida, los otros tres nunca necesitaron empujoncitos, dos de ellos están recibidos con honores y el tercero en tardías vías, pero ahora en camino por fín. Por lo tanto, no es raro que en mi familia todos nos querramos perfectos.
En casa me quieren perfecta, y aunque ahora no me lo demuestran tanto, me pegaron el deseo de la perfección, volviéndome fatalmente cruel conmigo misma, con mis exigencias. Autoexigente hasta el fracaso, me da lo mismo el colegio, me da lo mismo mi ámbito, realmente quiero cosas nuevas.
Aunque parezca mentira, prefería tener que ganarme el derecho de piso a tener que lidiar con el acostumbramiento que estoy viviendo.
Nunca me había pasado, nunca había compartido tantos años con unos compañeros, nunca había vivido tanto en un lugar. Este va a ser el quinto año y ya quiero irme al carajo.

En lo que respecta a mis amistades, me cansaron. La gente que conozco no tiene códigos, vivo en una zona de nenes bien, sin preocupaciones reales (al menos a mí no me parecen reales), que por esas ausencias de cosas en serio se vuelven inseguros y no pueden menos que destruir realidades ajenas.
Eramos cuatro amigas, aunque en realidad siempre se encargaron de demostrarme que eran tres más una (yo), dos de ellas se conocen hace once años, con la tercera hace 8 y conmigo hace 5. Son relaciones que vienen hace bastante... lo suficiente como para considerarnos amigas y decir "nos perdonamos todo". Hace una semana nos enteramos que mi mejor amiga, que estaba de novia hace meses, estaba siendo engañada desde hace dos. Sí, su novio salía clandestinamente con otra del grupete (casualmente son las de la amistad más antigua). Era de esperar, yo soy desconfiada...pero por qué? la cuestión es que ninguna de las tres sabía y a las otras dos les cayó como un balde de agua fría. Hasta qué punto a una amiga se le perdona todo? Yo tengo códigos masculinos, más de uno me lo dijo, por lo que no entiendo cómo pueden hacerse eso, pero como no entiendo eso, tampoco entiendo qué hacer. No me parece de amiga lo que hizo, y sin embargo pretende que la otra, como amiga que es, la perdone.
Yo no entiendo.
Generalmente tengo una actitud conciliadora, pero en este caso creo que el traidor no es amigo y que para reclamar derechos de amigos tiene que serlo.

2 comentarios:

  1. (estuve chusmeando tus dos blogs pero me decidí a comentar en éste, no sé porqué)

    Sí, la verdad veo que tenemos bastantes cosas en común, empezando por el nombre jaja.
    "En casa me quieren perfecta...". TOTALMENTE. Aunque mi mamá me quiere perfecta, pero sus parámetros de perfección no son los mismos que los míos.
    Yo me llevé Química en 4to año, el año pasado (la primera materia, y espero que la única). Mi mamá me pagó TRES profesores particulares, a los que iba casi en simultáneo "porque te explican de manera distinta, y vos después te quedás con la explicación que más entendés"... me pareció como demasiado.
    Y con respecto a la pregunta que da nombre a tu entrada... yo coincido con vos. No sé si seré intolerante, es cliché eso de que "todos se merecen una segunda oportunidad" y que "perdonar es un acto de grandeza", o cosas así... pero jamás podría perdonar y mucho menos olvidar algo así.
    Sigo leyéndote!

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  2. A un amigo se le perdona todo. Pero hay que reconsiderar la concepción de amistad que tienen tus "amigas". y tener cuidado. Ya vas a caer en el lugar indicado barbarita. Con respecto a la perfección, lo entiendo, lo comprendo, lo vivo todos los días. Y con respecto a los amigos de la familia quiero decirte que a la edad de 15 me tocó concretar un amor platónico con el mejor amigo de mi tío, de 33. era la respuesta que quería. A mí también me tocó la cintura. Salimos un poco y no funcionó. Y tenía la misma sensación que vos antes, ésa que no sabés describir porque no hay palabra. Yo soy la más chica de la familia también.

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