jueves, 10 de enero de 2013

S

Por todas esas sonrisas tuyas que debo imaginar,
esa velocidad, que de ser consciente me mataría, no me permite, como quiero, asimilar a cada instante.

Esa velocidad: eterna, distancia. Inmensa.Nula.
No me deja alcanzar esa estrella que brilla, baila luz, no me escucha,
no escucha que la llamo--
esa música constante, que cansa, que agobia, esa música del recuerdo que viene una y otra y otra vez, a veces viene-otras vuelve.
Esas sonrisas que me obligo a imaginar, con nacimientos, risas, chistes y fiestas, esa sonrisa que me obligo a imaginar, principalmente sola en mi casa, de día.
Esta tarde preparé el mate e imaginé tu reclamo porque no te cociné una torta, tu reclamo porque te levanté a las patadas, tu reclamo por ser hermana. Imaginé tu sonrisa y volví al mate.  Esa realidad, como la velocidad del aire, es tan fuerte que mejor no comprenderla. Excedida, estoy.
Imagino que te llamo, imagino que charlamos, imagino que estamos enfrentados, vos y yo
y te puedo abrazar y sentirte con vida, o sentirte. O recordar un abrazo. Vos y yo, sentados, siempre fuiste más alto, siempre fuiste mayor.
Te quise regalar una estrella pero no pude alcanzarlas, se mueven muy rápido,  segundo a segundo, seguro irás en ella, tal vez es tu guiño, esto es como imaginar una sonrisa. Quería poner una banderita con mi feliz cumpleaños en su suelo, pero, como cada vez que me dejé llevar por mis ansias de hacerte un regalo acorde a tu lugar, la ridiculez me invadió. Entonces decidí, por 12avo año consecutivo, regalarte algo más real: mi mente, mis pensamientos del día, mi aire del día, respirado para vos, por vos, en recuerdo emocionado. El recuerdo de todos los días y más, por la vida y la convención, traté de festejarte y decidí, entonces, vivir un día por vos, celebrándonos en nuestra totalidad. 

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