lunes, 6 de enero de 2020

Cuando pensas que todas las personas están erradas menos vos...el que está pifiando es posible que seas vos. 

jueves, 1 de agosto de 2019

Esta es la historia del derrumbe de algo que creí siempre imperecedero pero que, al romperse, me enseñó lo fuerte y valiente que soy. 
Aprendí a no pedirle disculpas a nadie por mi elección de ser feliz. Aprendí que el amor nunca se da por sentado, aprendí que los vínculos se construyen con o sin sangre compartida. Que los vínculos de sangre no garantizan coincidir en nada, evidentemente tampoco garantizan el mínimo respeto. Pero que hay otros vínculos, sin sangre, que impulsan a seguir creyendo en la humanidad. 

En estos últimos dos años se fue la casa en la que más me sentí a gusto antes de la actual, se fue mi pastito, mi pileta, mi espacio preferido.
El año pasado perdí a mi gatito Astor. 
En estos últimos años se rompió mi familia de origen.
En estos últimos años empecé a formar mi familia de vida. 
El año pasado vino a vivir conmigo mi gatito Negrito.

Durante un tiempo las cosas tuvieron un sabor un poco amargo. Lo que no sabe, la persona que rompió todo con su orgullo, es que le sacó la sonrisa a mi mamá y a mi papá. No sabe que, queriéndome lastimar, me hizo más fuerte pero terminó rompiendo todo. Y se enterró tanto en la rigidez que no sé cómo va a empezar a pedir disculpas el día que se vea desde afuera y entienda lo ridículo que es. 

Lo que no sabe es que ya casi no está en mis pensamientos. Lo considero una persona tan mediocre que lastima con lo único que teme, la falta de amor. Pero yo estoy llena de amor, por los niños de mi familia, por mí, por mi pareja, por mis padres, por los animales, por la vida. Y me amo, respeto, celebro y abrazo por no estar repartiendo ni un poco del odio que recibo desde el 20 de julio de 2018. 


lunes, 19 de marzo de 2018

Recorte del antes y el después

Entre mi estado de ánimo de hace unos días y el de hoy pasé por por mil grises. Feliz por salir el viernes, pero indignada porque mi novio viene a dormir a cualquier hora pero contenta porque volvió a casa, pero indignada porque mi amiga se quedó dormida en el bar y así.
Mientras tanto, mis hormonas fueron una fiera en mi interior, me levantaron y me hundieron mil veces por minuto y lloré, celebré y pataleé todos los minutos en simultáneo.

Ayer ganó mi equipo. (Y ayer volvió a ganar; ganó los últimos dos partidos).
Estoy muchas cosas.
Estoy asustada, estoy preocupada.
¿Estoy embarazada?
¿Estoy contenta o infeliz?

Reconozco lo difícil de ser mi pareja con tantos modelos masculinos más o menos copados que tengo en mi historia. Y digo más o menos porque todos tienen formas de lo que más me gusta y lo que menos me gusta.
Que no cuelgue un cuadro me parece de inútil, que no haga nada en la casa me parece de vago, que no escuche me parece de forro, que no tenga nada de arte me parece de chato, que me sobre proteja me parece de machista... y después, de repente y de un momento hormonal a otro: que no haga nada en la casa me parece de porteño, que no cuelgue un cuadro me parece de colgado, que me sobre proteja me llena de seguridad, que no escuche me parece menos terrible. Soy insoportable.

No sé si quiero hijos o no; nunca había querido hijos biológicos antes de este amor arrollador.
Pero a la vez no sé si soy capaz de sostenerme a mi misma, de hacer todo para mí, cómo se hará con una familia que reclama dejar de lado todo lo que uno desea como viajar, leer, dormir....
Si tocaba tocaba, no sé si me lo iba a sacar. Pero si no toca a los 26, mejor. Pero si toca y es él, mejor.
Hoy me levanté en casa ajena y abrí el armario, descolgué una camisa con dibujos de gatitos, saqué un pantalón de un estante y busqué ropa interior: me faltaba corpiño.
Y lo recordé
Y lo pensé
Y le dije a un ex, en mi mente:

Te 
olvidaste de devolverme el corpiño que dejé en tu auto esa vez que nos vimos. 
Me 
prometiste que me lo dabas en privado y cuando fuimos a tomar un helado nadie tocó el tema.
Y acá estoy
en la oficina
pre menstrual o embarazada 
pensando que tengo que lavar ropa
y extrañando ese corpiño barato que capaz estiraba la tarea un día más. 

Y entonces pienso: qué habría pasado si el test daba positivo y yo hubiera tenido que blanquear mi situación antes de lo previsto. Antes de lo previsto por él, no por mi.
No sé, pero acá estoy, feliz de estar menstruando. Menos avergonzada que nunca por la naturaleza que me tocó y aliviada. Aliviada por no tener que blanquear y aliviada por dilatar el momento para ser guía de otra vida.


jueves, 14 de diciembre de 2017

Si estás de viaje SOLO y estás aburrido, SOLO, y te diste cuenta de que me dejaste (sola) en un bar cuando saliste corriendo pero jamás apareciste en los últimos tres meses para pedirme disculpas... ¡POR FAVOR! no aparezcas dándome likes aislados, es de pajero.

Ah, tenes razón, sos un pajero.


sábado, 11 de noviembre de 2017

jueves, 26 de octubre de 2017

Le pasó a un amigo

Esto le pasó a un amigo que, no voy a mentir, además de ser el arquetipo de macho puede resultar un tanto homofóbico. 

   Hace bastante (contado acá) sali con un pibe de Happn, dos de sus amigos y una amiga mía. No, no hicimos una orgía, simplemente nos tomamos unas cervezas en un bar careta de Cañitas. Mi amiga se levantó a mi cita y yo me quedé con sus dos amigos, pero el equivocado me acompañó a casa. 
   Dije, en el post anterior, que estaba intentando conseguir el número del alto que me había gustado y tuve que dar la cara y blanquearle a mi cita original que me había mandado con el amigo errado, que se cope y me pase el tel del potro. 
   Lo conseguí pero, hasta ayer, no nos volvimos a ver. 
   
   En el medio salí unos meses con un ente informático que mejor perderlo que encontrarlo y cuando se terminó esa movida volví a Happn (sí, cuando me engancho con un hombre puedo ser monogámica) y ahí estaba: el alto. Inmediatamente le clavé una estrellita de esas especiales que piden a gritos una vergueza y claro que me contestó, se cagó de risa y volvimos a Whatsapp. 
   Pues el pibe es un copado, no voy a mentir ni tampoco voy a dar detalles, solo voy a afirmar que nos tenemos una confianza re copada (gracias a mis hermanos mayores por colaborar activamente con mi crianza) y nos contamos cualquier barbaridad. El pibe está bárbaro, tiene una espalda alucinante y encima me super hace reir, chongo con todas las letras. Tiene unos tatuajes raros que no sabe por qué se hizo, cocina y es amante de los perros. Cuestión que lo invité a casa directamente y nos pedimos unas empanadas, ninguno tomó alcohol ni fumó para no bardearla otro día de semana más así que estuvimos face to face.
   Nos reímos de la dinámica de happn, de su parecido con un catálogo de Avon o Natura y me dijo que había leído mi blog y que tenía una historia para mi:

   Aprendiendo a usar esta app coincidió con una colombiana que es una bomba, un pelo oscuro divino, una boca hermosa, la mina es un fuego. "No lo podía creer", me dijo, "la mina era un fuego, había llegado a Buenos Aires hacía poco y como yo tengo un amigo casado con una colombiana le dije que tomemos algo con ellos" (acotación mía: encima el pibe es de lo más dulce, preocupado por la integración cultural y todo). Me dijo que el mismo día, antes de salir para el bar, (con el fin de pasarle fotos a su pareja amiga, ponele) le pidió el Facebook, se fumó un porrito y empezó a mirarle las publicaciones para juntar ganas.
   La mayoría de las publicaciones, me contó, eran del día de la mujer (fecha cercana a la cita) y la mina había subido mil relatos contando que se sentía mujer a pesar de que no lo era. Ahí, el que conoce a este neverpony lo entiende al momento y, el que no, espero que haya logrado transmitir la impresión que le dio esta información. Automáticamente canceló la cita alegando algo que puede haber sido cagadera y quedó sumamente impactado.  

   Tanto él como yo celebramos las libertades de elegir cómo vestirse, a quién amar y a quién garcharse, pero el mensaje es claro: dejen de mentir en las redes sociales! sean lo que y como quieran pero no mientan.


jueves, 3 de agosto de 2017

La deriva


Hace días que quiero charlar esto con vos. No me sale ni descubro qué decir al respecto, pero me gustaría que no se convierta en una bola dentro de mi sistema emocional... no quiero una bola de angustias y de cosas sin tratar. No quiero que sea un recuerdo que surja, inexplorado, en eventos siguientes. No me acuerdo tu voz, no la recuerdo. Durante los primeros diez años mi victoria personal era tener tu voz en mi memoria, pero la perdí. Perdí, también, la imagen nítida de tus manos. Las mías ya no se parecen tanto a las tuyas, me pinté mucho las uñas, me las limo y se nota, también perdí eso. Igualmente te hablo, estamos cada vez más cerca.

- "Sin guía, no" estoy escuchando, recién llegada de tener una charla acerca de la libertad con una compañera de trabajo de otro piso. Esta chica está fascinada por los personajes que se plantan en la vereda de la contrahegemonía y estudió filo en una universidad privada y religiosa. Yo curso en puan hace seis años, los reos no me parecen ya tan fascinantes y en cambio me empezaron a gustar los ingenieros. ¿Me aburguesé? Ella dice que estamos en un sistema de mierda que no nos permite ser libres y yo le respondo siempre lo mismo... que la libertad no se pierde por un sistema, que la libertad está en pensar y que los que ella admira, los contrahegemónicos, están igual de inmersos que los oficinistas. Para mí analizar y esbozar una deconstrucción de mis pensamientos más profundos me hace libre. No me hace menos libre trabajar 8 horas diarias aunque me encantaría poder dedicarle esas horas a algo que me permita otro tipo de entrega. Me hace libre pensar, cuestionarme, decidir habiendo contemplado la mayor cantidad de opciones posibles.

 - Es como un taller de improvisación en el que alguien que improvisa te enseña a improvisar pero te cobra por jugar. Uno termina pagando compañías, como el gimnasio. Pago para no entrenar sola e igualmente no hablo con nadie. Nunca yo me acostumbraré a no recordar tu voz. Tus compañeros de quinto me pasaron fotos tuyas, inéditas. Fue tan especial verte por primera vez, nuevamente, después de 16 años, con esa sonrisa que no recordaba, en fotos que todavía no tengo memorizadas. Gracias a esos desconocidos que me permitieron este reencuentro.

- A mi el desamor me duele lo mismo ahora que a los 20. Hoy me dijeron "adolescente" tres veces por reírme a carcajadas y no poder hablar de tanto que me estaba riendo. Me pasa a veces, tengo que interrumpir mi diálogo porque no puedo parar de reir. Pero estoy tan angustiada por las hormonas que también lloré. Qué día tan intenso.

Empecé a escribir esto ayer por la mañana, lo dejé. A la noche fui a ver a una artista que me encanta y la música me hizo vibrar mucho, muchísimo. Estuve adelante de todo y entregué mi corazón al conocido desconocido, a la artista mágica y a la amiga que fue conmigo. Escuché los temas de mi artista favorita adelante de todo, fui azotada por el pogo hipster y sobreviví. Sobreviví a la necesidad y el deseo de que ese recital fuera eterno, esa música y yo.

 - A veces miro a la gente y, durante unos momentos, cada uno de los seres mirados me parecen los más lindos del mundo. Ojalá lo supieran, ojalá no viviéramos todos tan aislados. Ojalá me correspondan este amor que siento.

miércoles, 26 de julio de 2017

She's a hard woman to please


Las palabras en el enojo no me pertenecen, le pertenecen a todos los personajes que desfilaron por mi cuerpo. Las palabras nos brotan, yo trato de elegir palabras lindas pero empiezo a pensar que no me sale tan bien como pensaba. Pero -como si fuera poco- a veces las corazas son de mentira. Simplemente no te eligen. Es como decirle a alguien que estás enamorada y que te agradezcan. Querer por el simple hecho romántico e idealista de querer, porque querer es lindo y querer saca lo mejor de uno o mandar todo a la mierda, porque sí, porque estas cosas se mandan a la mierda.

miércoles, 26 de abril de 2017

Natural

Lo que más me sorprende es que, si no habitamos un lugar y mantenemos la vegetación a raya,  los árboles nos brotan. Como en Pripiat, donde los árboles crecen y tapan edificios, incluso con muchísima basura en el piso y en el aire.
Como acá, en Buenos Aires, donde los árboles crecen y sus raíces deforman las veredas. Criticamos la planificación pobre de las ciudades, nos quejamos del escaso mantenimiento del espacio público. Pero mientras perdemos el tiempo, el pasto nos crece.
Nace en el pequeño pequeñísimo espacio que une las baldosas, sale de las cañerías, crece.
La ventana de mi living fue alcanzada por una rama (que ahora tiene pequeñas flores) que sale de un tubo que tiene cables adentro. Vivo en el cuarto piso.
En mi departamento hay dos plantas, que todos los días luchan por consumir todo el ambiente.
Eso me sorprende, que si no habitamos un lugar lo consumen las plantas.

lunes, 17 de abril de 2017

Hablemos de intensidad. 
Hablemos de la intensidad que necesito en mi vida todos los días, todo el tiempo, una vez por semana. No hablo de sexo sino de emociones. Si las emociones de la semana las quiere traer el amor bienvenido sea pero necesito que esa emoción aparezca. 
Soy aventurera por naturaleza y por crianza. Soy naturaleza, diversa, volátil e intensa. 
De hecho, ser anfibia e intensa son los dos atributos que más siento propios: puedo adaptarme a cualquier situación, sea de la alta suciedad o de la baja, del rock o la cumbia, quedo aceptablemente bien en el club de fans del Indio y en el de Soda. A la vez, esto me hace ser brusca, querer explorar todo y en extremo. Cuando hago algo lo hago a fondo y no puedo evitarlo. 
Como sea voy a terminar esta carrera que ya me hinchó las bolas, como sea voy a mantenerme pulcra, como sea voy a mantenerme contaminada. Intento que sea todo hasta el extremo.
Fue un fin de semana fuerte, tuve un visitante peruano en mi casa que se pensó que era un hostel, no entendió nada. No lo juzgo, él no vive solo y no entiende el valor de la casa propia, el valor de las cosas propias; no entiende el pesar que produce llegar y ver la pileta llena de vasos para lavar. Cayó a casa (lo conozco) porque venía con un amigo que nunca llegó, y contento porque el trabajo le pagaba el pasaje que pagó él. ¿A qué vino?
Me idolatró los tres días que estuvo en mi casa, de los cuales uno no lo vi más que un par de horas porque cuando me desayuné con que posiblemente vino exclusivamente por mí tuve que demostrarle que sí creo en la amistad entre el hombre y la mujer, sobre todo cuando yo no le quiero dar al pibe y cuando para mí era totalmente claro que no iba a pasar nada y que lo dejaba quedarse en calidad de amigo. No dejé nada sujeto a dudas, por eso me sorprendió que incluso así viniera y por eso en mi cabeza no entraba la posibilidad de que intente algo.
El segundo día con el chico en casa llamé a mis amigas para pedir refuerzos, cayeron dos y un intento de latinlover que haciéndose el pelotudo no solo no me brindó ninguna pompa sino que me dejó un chupón en el cuello que forzadamente llevé con dignidad sábado y domingo. 
Con mi marca a cuestas pasé sábado y domingo en familia y descubrí el nivel de censura, decoro o indiferencia que hay en mi entorno porque, salvo una de mis cuñadas, nadie se cagó de risa de nada. Sé que indiferencia no es, lo digo pa-rellenar, pero asumo que no debe ser sencillo ser mi hermano o mi padre. 
El sábado a la noche volví a capital a buscar y obtener esa intensidad de la que hablé al principio, esa intensidad que me hace sentir que logré divertirme en esta vida. La fuerza motora la logré saliendo a bailar, mucho, sola. A veces la consigo saliendo con algún tipo que me interesa hace mucho o que tenía idealizado, a veces la consigo caminando de Recoleta hasta Belgrano a las 2 de la mañana, a veces la consigo leyendo, a veces la consigo fumando un porro con un tachero camino a mi casa y a veces la consigo corriendo y jugando con mis sobrinos. No importa cómo pero logro acceder a esa inmensidad en la que mi mente se expande de una forma única. Es otra droga. 
Me considero una chica con un inventario bastante bueno de secretos e historias dignas de mesa redonda, pero no es suficiente y me niego a parar de buscar que las cosas sean fuertes. 

Volviendo al visitante peruano, lo llevé -caminando 12km- desde Caballito hasta Recoleta, pasando por el Congreso, Facultad de Derecho, Museo de Bellas Artes, Cementerio, bares notables. Después, ya en mi casa, se dejó invitar empanadas e insistió en tomar el pisco que me trajo de Perú "para que nos re pegue la jam a la que vamos" (jam de jazz, no es una fiesta electrónica, gil). 
Odio que me hagan un regalo y me indiquen cuándo consumirlo, especialmente si el que me lo da no representa una figura con autoridad (del tipo que sea). Eso fue exactamente lo que sucedió desde el minuto cero en que me entregó la botella: empezamos a intercambiar mi burla por sus ganas de beber pisco. Igualmente, en cuanto vi la botella pensé en ser generosa con mi hermano, siempre y cuando encuentre antes una oportunidad de tomarlo. Las posibilidades están. 
En fin, le comenté que el sábado me iba a ir a pasar el día con mi familia pero que, de querer ir, estaba invitado. Declinó la propuesta y yo me fui re tranquila a lo de mis viejos. Dejé la puerta de mi habitación cerrada durante toda su estadía, ese espacio es mi mayor intimidad y ya que estaba permitiendo que se quede en mi casa, resguardé mi espacio más privado. 
Pues el sábado a la noche (tipo 23hs.) cuando llegué a mi departamento para cambiarme y salir -sin él- estaba mi almohada en el sillón. A la sazón, yo la noté al toque y recordé que efectivamente había mantenido mi dormitorio cerrado. Decidí dejarlo pasar, me cambié -like a diosa- y salí. Cuando llegué, muchas horas después y habiéndole avisado que volvía a dormir a mi departamento, el pelotudo había cerrado la puerta con llave y pasado el pestillo, por lo que tuve que despertarlo a timbrazos: me había dejado afuera de mi casa básicamente. 
En fin, me fui a dormir y hoy domingo rajé a lo de mis viejos otra vez a eso de las diez de la mañana. 
Llegué hace un rato y encontré mi almohada en la cama en la que había dormido él y, en mi cama, la almohada que usó él. ¿Qué hizo con mi almohada, qué hizo en mi cama, qué hizo con mis sábanas? ¿Por qué me cambió la almohada por la suya, por qué, por qué, por qué?
Sumado a la cantidad de pelos que adquirió mi casa,  los platos sucios y la basura acumulada en la cocina, mi almohada en su cama. 
El pibe me la devolvió para dormir -ahí van dos ingresos a mi habitación- y esta mañana la buscó otra vez y la dejó donde no iba. Al menos cuatro ingresos a mi habitación, en la que sin dudar hay mucha ropa y muchas pertenencias mías.  
Me imaginé una serie de escenas desagradables y, entre risa y asco limpiando mi hogar, me decidí a escribir mis aventuras, solo un rato. Esto no me habría pasado si no hubiera sido por mi afán de tener experiencias copadas. Lo puse en su lugar, le dije que estuvo mal no blanqueando todo desde el principio y le advertí que no se entra al lugar privado de alguien de esa forma. 
Evidentemente se moría de ganas de estar en mi habitación (ja-ja-ja).

Ahora sí, corto todo y me voy a dormir- Me voy asqueada, cansada, feliz y abrumada después de un fin de semana de hermosa intensidad. 


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